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21-10-10





EL CAMBIO DE ENTRENADOR

    Coger un equipo es un magnifico reto para los técnicos. También es una satisfacción increíble llegar a un equipo en unas circunstancias de resultados negativos y acertar a encauzarlo.

    Ya se sabe que cuando se produce un relevo en el banquillo, se da un resultado positivo en el conjunto que de nuevo compite, incluso a los pocos días de ser presentado. Al margen de otras consideraciones técnicas, coincidirá a veces que la fuerte personalidad del entrenador entrante beneficia a todos esos futbolistas que con el anterior míster cosecharon unos resultados negativos y los lleva al triunfo.

    Es también muy posible que ese flujo sea pasajero, ya que el entrenador no resuelve a la larga los problemas del equipo y volvemos al pasado turbulento del que momentáneamente se vieron libres. Entonces el problema es psicológico y esos futbolistas necesitan de unas manos expertas que los guíen a reconducir la situación.

    Aprovecho este apartado para llamar la atención sobre los aspectos negativos de la competición, apenas tratados y casi siempre olvidados. Por experiencias vividas, puedo comentar que a los futbolistas de hoy en día apenas se les concede tiempo para reponerse. No caemos en la cuenta de que les estamos pidiendo demasiado. Imaginemos lo que sería soportar que miles de ojos observaran críticamente lo que hacemos cada día en la carpintería, en la oficina, en la farmacia, etc. Posiblemente no soportaríamos la presencia implacable de cuantos anotan nuestros errores y nos recuerdan nuestro deber y que para eso nos pagan. Es muy difícil rendir bajo esa presión, aunque también es verdad que sin presión no se puede competir. Por eso, éste es el momento de arrimar todos el hombro para salir de una mala situación, que puede ser momentánea.

    En estas situaciones es muy importante también el factor público o aficionados. El espectador paga y por eso reclama que se le compense en el terreno de juego. Si no existe correspondencia o armonía entre los de afuera y los de dentro del campo, las consecuencias las pagan los de siempre, los futbolistas, aunque también las iras se dirigen hacia el palco para pedir la cabeza del presidente. Y aquí no se trata de un problema de justicia. El publico que llena un campo de fútbol no se le puede decir que no están en sintonía con el equipo, ya que lo que quieren son resultados y eso lo saben los futbolistas. A esto no hay que darle más vueltas, ya que los jugadores conocen mejor que nadie el sentir de una masa social que los aplaude o los rechaza.

     Es muy comprensible que en una competición futbolística, tan dura en muchos aspectos, tangan lugar muy variadas crisis, tanto en aspectos más duraderos, como en sus concreciones mas instantáneas, por lo que resulta del todo necesaria la eficacia previsora de todos para controlarlas sin dañar a nadie.

 
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